domingo, 7 de noviembre de 2021

Hugo Villar, dos relatos breves del libro "El impostor" (2016)

Hugo Villar nace en Talca, en 1981. Después de pasar su primera infancia en el campo maulino, se traslada a la capital regional, donde cursa sus estudios de enseñanza media en el Liceo Abate Molina de Talca. Luego ingresa a Pedagogía en Religión y Filosofía en la Universidad Católica del Maule, para posteriormente realizar un Magister en Literatura y Artes Visuales en la Universidad de Talca.

En literatura ha publicado los libros de poesía y cuentos "Extramuros" (2015) y "El Impostor" (2016), y ha participado en la antología de poesía social "Verbo Latente" (2018). Actualmente se desempeña como profesor en la escuela de Arquitectura de la Universidad de Talca. Es columnista del suplemento “Temas” del diario El Centro y publica sus cuentos en el diario rural Sanclementino. 

En producción audiovisual destaca su dirección del videoarte "Talca On The Road", y los documentales "Sota" y "Sonrisas de Paz". También produjo, actuó y escribió el guión de la primera película de acción talquina, "Los Culpables", estrenada en 2017. Ha participado como actor en varios cortometrajes de la saga de terror "Crónicas de Talcadáveres" (2012).

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A continuación presentamos dos relatos breves del libro "El impostor" (2016).

Hugo Villar, "El impostor en busca de su sombra" (Taller de Libros de Cerro Artillería, Puerto de Valparaíso, 2016, 116 páginas).




Mujer fatal

–Eran cuatreros, ellos me engañaron, mandaron a esa mujer para que me engatusara, es la verdad patrón, yo le explicaré.

Estaba en el bar de Don Melo, venía de encerrar a los caballos en los corrales y uste’ sabe que a mí me da sed después de la faena, entonces estaba en eso, tomando una pilsener ¡pero después pa’ la casa, tranquilito! Entró una rubia buenísima, rica la tonta, unas piernas gruesas ¡¡shhh ‘tese calla’iíto!! Con unos pantalones apretaditos y un escote que ni le cuento… se acercó directo a mí. Debí haber sospechado, era raro que una mujer se me acercara de esa forma. Bueno, la cosa es que dijo que andaba medio perdida, buscando a una amiga que vivía por el sector de Bella Unión. Entonces, me hice el galán y la llevé en la camioneta. Íbamos conversando, mientras yo manejaba; nos metimos por un callejón y ella me pidió que parara, dijo que tenía que ir al baño. Se bajó y se metió entre unos árboles y matorrales, la verdad es que estaba bien oscuro. Cuando regresó me apuntó con un arma y me gritó que bajara del vehículo, afuera había tres tipos con escopetas, me pidieron las llaves de los corrales, me golpearon en la cabeza y quedé inconsciente. Cuando desperté ya era de día, me dejaron amarrado a un árbol y unos niños que a esa hora iban a la escuela me vieron y me soltaron. Mi camioneta no estaba y, como pude, llegué a los corrales, los caballos ya no estaban, había huellas de neumáticos grandes, seguramente se los llevaron en camiones. Se lo juro patrón, yo no tuve na’ que ver, a mí me engañaron, fue de caliente no más, uste’ sabe: uno no es de fierro.

  

Perdidos en Mariposas

Cuando decidimos robar el Teletrak de la ciudad de Talca, estábamos convencidos de que todo saldría bien y como solo en las películas las cosas como éstas salen bien, a nosotros se nos pudrió todo. Lo que ocurrió fue lo siguiente: cuando estábamos en el local teníamos encañonados a los clientes y funcionarios, todo iba perfecto, yo tenía a los viciosos jugadores de carreras de caballos en el piso, amenazándolos con mi arma; el Chino, por su parte, estaba desmantelando la caja fuerte, metiendo el dinero en unas bolsas y quien nos cubría afuera con el auto encendido era el Chico Ramírez. Justo cuando me estaba extrañando que todo resultara impeque, aparece el guardia abriendo una puerta que hasta ese momento había permanecido cerrada, y que yo ni el Chino habíamos notado. El tipo se las quiso dar de héroe y comenzó a disparar, yo me tiré al piso y vi salir al Chino disparando, yo también disparé desde el piso y logré darle al guardia en uno de sus hombros. Raudamente salimos del local y nos subimos al automóvil. El Chico Ramírez aceleró por la Cuatro Oriente hasta la Alameda, al llegar a la Once Oriente creímos sentir unas sirenas, tratamos de tranquilizarnos. Puso un poco de música, era una ranchera tropical del grupo de su hermano, Los Inseparables de Maule Sur, el tema hablaba de amor, engaños y borracheras. El Chino cantaba con aires de nostalgia y ya estábamos en el bypass de San Clemente. Habíamos decidido perdernos unos días en la precordillera, quizás arrendar una cabaña. Nos detuvimos a comprar unas provisiones en Mariposas. Cuando nos acercamos al mesón del negocio notamos que escuchaban la radio Paloma, donde hablaban del asalto. Rápidamente regresamos al auto y continuamos el viaje, creo que el Chico se persiguió, se asustó con lo que escuchó en la radio, tomó un desvío por un callejón sin pavimentar y nos adentramos en un bosque cerrado bordeando la ladera del cerro, llevábamos media hora sin detenernos hasta que se nos pinchó una rueda y el conductor perdió el control del auto. Nos estrellamos primero contra un árbol y luego nos volcamos y arrastramos varios metros ladera abajo. Cuando reaccioné, me di cuenta de que era el único que estaba vivo, por suerte me puse el cinturón de seguridad, así que tenía algunas contusiones leves y un brazo roto. Tomé el dinero y logré salir del auto, avancé unos metros y me interné en el bosque, miré el cielo y respiré profundo. Ya nada podría salir tan mal, creo que la suerte me estaba dando otra oportunidad.

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